Los sueños de la luna
viernes, 21 de febrero de 2014
viernes, 7 de septiembre de 2012
Rincón literario
Locura
¿Creación o destrucción?
Me he preguntado en muchas
ocasiones ¿Qué es la locura? ¿Qué tan afectado estoy por el juicio que emiten
muchas personas por no actuar como ellas, por no ser como los demás? lo llamado
“normal”. Las
historias de locos son una ruta analítica para acercarnos a esa multitud
errante que pasaba por instituciones pensadas para el supuesto “control” de las
conductas disidentes.
A la locura la ven como una enfermedad y yo
no lo creo así, es algo que va más allá del pensamiento, de la razón obvia, de
lo que no puede percibirse, no necesita del verso o la prosa para ser plasmada. A raíz de
la influencia historiográfica ejercida por Historia de la locura en la Época
Clásica (1964) de Michel Foucault e Internados (1961) de Erving
Goffman, hubo un creciente interés por analizar la complejidad histórica y
social de la locura en diferentes espacios y momentos históricos.
La locura es para mí… ¿Cómo
decirlo? ¿Cómo expresarlo? Es el arte de crear o destruir, la capacidad de
transformar a un ser humano, es tener una nueva perspectiva de lo que otras
personas no pueden o se atreven a hacer. Por eso recurro a pensadores y
escritores, a creadores y destructores de corrientes filosóficas, para plasmar
el sentir, el pensar, el entender mi locura.
Los escritos de Schopenhauer sobre la locura anticipan
la teoría de la represión de Freud y su primera teoría sobre la etiología de
las neurosis. La obra de Schopenhauer contiene aspectos de la futura teoría de
la libre asociación. Y lo que es más importante, Schopenhauer anticipa la mayor
parte de la teoría freudiana de la sexualidad. Estas correspondencias plantean
algunas interesantes dudas sobre la afirmación de Freud de que él no había
leído a Schopenhauer hasta los últimos años de su vida.
"En
el Espíritu del tiempo [Zeitgeist] de cada época hay un afilado viento del este
que sopla a través de
todas las cosas. Yo puedo encontrar huellas de ello en todo lo que se ha
hecho, pensado y escrito, en la música y en la pintura, en el
florecimiento de este o aquel arte: deja su marca sobre todas las cosas y
sobre cada uno" (Arthur Schopenhauer)
sobre cada uno" (Arthur Schopenhauer)
¡Oh! Genios que inspirados
en musas crearon obras de arte, ¡Oh! “locos” que acabaron con dragones y
gigantes que a su paso aparecían, divinos seres llenos de locura, que con
valentía rescataban doncellas en torres de castillos.
Dichosos aquellos que salen
de la realidad que los aqueja o atormenta, un buen juicio empieza desde la
decisión que toma el ser humano para bienestar o perjuicio de cada uno de
nosotros.
Ojalá me llamaran loco,
ojalá vean que tengo un don y lo puedo plasmar en una obra, no soy un Gustavo
Adolfo Bécquer, tampoco un Edgar Allan Poe, tal vez estoy loco, creyendo que con
estas palabras que llenan no solo una hoja de papel, también llenan un
egocentrismo, el de ser leído, el de hacer llegar con letras un sentimiento que
para muchos no es normal.
Afortunadamente la
Castañeda ya no existe, lugar donde se trataba a las personas “locas” los
cuales sufrían de abusos, de violencia y de otras cosas ¿qué pabellón, qué
lugar me habría tocado a mí? Tal vez una celda de aislamiento con una rejilla
por la cual me vigilaran para no escribir lo que ahora escribo. Han pasado
muchos años desde 1910, donde se utilizaba con dos funciones principales asilo
y como hospital psiquiátrico de enfermos mentales de ambos sexos, de cualquier
edad, nacionalidad y religión. Un objetivo secundario fue proporcionar
enseñanza médica mediante la participación de las clínicas de psiquiatría en
sus pabellones.
La poesía es la exaltación
de los sentimientos, no quiero morir de amor, quiero vivir esta locura, pero,
que sea a tu lado, si el amor es una locura, seremos muchos a los que nos
llamen locos, por sentir lo que otros no han sentido o no han podido
comprender.
Mi locura va más allá, no
entraría en el pabellón de los imbéciles, epilépticos o infecciosos, sería un
loco diferente, podría decir que el concepto schopenhauriano de voluntad
contiene los fundamentos de lo que en Freud llegarán a ser los conceptos del
inconsciente y del Ello, debido a que mi inconsciente no permite pensar de una
manera similar a los demás, busco en lo profundo de mis sentimientos y la mente
vaga por dimensiones desconocidas para muchos.
¿Cómo bajarte una estrella?
¿De qué manera te ofrezco el cielo y el corazón? No es poesía, es locura, esa
locura llamada amor, quien no lo entiende es porque nunca ha soñado, nunca ha
imaginado y aún sigo preguntando en un silencio que mata, que agobia al
pensamiento ¿Qué tan loco estoy?
En el siglo XIX, algunos
temas generales eran muy frecuentes, y ninguno de ellos más que el de la
voluntad y la conciencia. Estos temas pueden haber alcanzado en Freud su máximo
desarrollo, como algunos han sugerido, pero no tienen su comienzo en él ni
tampoco en Nietzsche. Podía hablar con Émile Durkheim y decirle que de alguna
manera se equivocó al ver una salida en la religión y la moral para justificar
lo que debe hacer la sociedad. Durkheim entiende a la sociedad como una
realidad espiritual que no puede reducirse a la mera suma de los individuos que
la componen. Las leyes que rigen esta realidad espiritual difieren de las que
rigen la psiquis del individuo. La tarea del científico social consiste,
justamente, en estudiar las representaciones colectivas (derecho, moral,
religión, etc.) que la sociedad impone al individuo.
Mi mente vaga al pensar en
ti querida locura, en buscar salirme de los estándares de la capacidad
“normal”, inferir de muchos seres que hablan y predican la cordura, la lucha
entre el bien y el mal, entre la razón, lo lógico y lo anormal.
El legado de Sigmund Freud es haberle encontrado un
sentido a la locura, es haber reconocido en la locura una pérdida de la
subjetividad del hombre y haber entrevisto la posibilidad de un método por el
cual se resolvieran los síntomas y las enfermedades del hombre.
En la rama de la filosofía existían algunos
conceptos que luego acuñó Freud como el concepto del "inconsciente",
pero el inconsciente freudiano es específicamente una invención de Freud, no
como creador, sino para darle un nombre, ya que no es posible demostrarlo de
una manera que pueda ser vista, plasmarla en un objeto o que se presente en el
interior de nuestro cerebro, por eso se dice que es un descubrimiento de Freud.
Llámenme loco, no me
importa, al contrario, es un orgullo y un honor tener ese rango en la sociedad
común, poder llamar mortales a aquellos que no ven más allá de su nariz, aquí
en este espacio, en esta penumbra donde escribo ahora, me convierto en un Dios,
uno que puede hacer reír o llorar y tal vez también enamorar.
Hubo una
época donde el psicoanálisis se ocupó en buscar el desarrollo del mundo
interno, todo ocurría dentro del individuo, aunque llovieran bombas. Lo
importante era lo que le pasaba adentro del mundo psíquico del paciente.
Mi mente vaga, mi mente
viaja por lugares que alguna vez oí nombrar, me inspiré y al soñar me
encontraba ahí, en ese tiempo y en ese espacio, el cual no era el mío, al cual
no pertenecía, no era parte de la realidad aunque para mí lo fuera; no trato de
convencer a nadie, no intento que me crean que la locura es una razón para
existir.
Aunque existen diversos,
múltiples tipos de locura, en el amar me quiero centrar, no es cuestión de
idolatrar a la diosa del amor o expresar con belleza incalculable el perfil de
una mujer, que con cuerpo perfecto la locura pudiera aparecer.
Quiero hacer poesía, quiero
perder la razón, quiero que me llamen loco, quiero llorar de emoción, que al
recitar estas líneas obtengan un desequilibrio mental, quiero adentrarlos a mi
mundo, a este mundo irracional, donde hasta el más cuerdo se atreva a imaginar.
Locura, amiga inseparable
de creadores y destructores, de gente sabia que no codicia la cordura de los
demás, exterminadora de pequeñeces y
conformismos, no escribo solo para nombrarte o promoverte, sino para justificar
el porqué escribo, siento y pienso.
No sé cuanto estoy creando
o destruyendo al plasmar esta idea de hacer poesía, de involucrar sentimientos
e ideologías, no me gustaría que lo vieran como ensayo o como un escrito más,
en un papel sin valor que termine en la basura, al contrario, mi locura me dice
que puede trascender más allá de cuatro paredes que me rodean y me encierran
para dictarme lo que tengo que escribir.
Locura, maravillosa
presencia espiritual que sin necesidad de pastillas, sustancias o cualquier
tipo de estimulante, te presentas ante muchos que te ignoran o te hacen a un
lado o con otros (como yo) que te abrazamos ye te recibimos con respeto,
admiración y cariño. La
interpretación de los sueños (1900) alude a la obra de
aquel en tres ocasiones. Ciertamente, el Espíritu del tiempo (Zeitgeist),
en los términos del propio aforismo de Schopenhauer, sopla "como un
afilado viento del este" a través de la época de Freud.
No es el final de la
escritura, pero sí de éste escrito, te nombro, te llamo a gritos, te invoco de
mil maneras para que te presentes ante mí para crear o destruir, solo tú puedes
decirme que hacer, solo tu deshaces mi cerebro, lo acomodas de tal manera que
puedo hacer de cosas pequeñas cosas inmaculadas.
Se ha hablado de una
“fabricación de locura” para designar aquella práctica que consiste en asignar
etiquetas psiquiátricas -rotular- a personas que son extrañas, que plantean un
desafío o que representan una supuesta plaga social.
El escribir, el difundir,
si es una locura viendo este pueblo tan inculto que con trabajos sabe leer e
interpretar ideas, conceptos que no son dictados por su cerebro, por su
sapiencia, sino por una sociedad que reprime todo aquello que está fuera de lo
“normal”. Durkheim nos habló del suicidio culpando a la sociedad, Schopenhauer
de la voluntad, Freud de ello y yo de la
locura, esa razón por la que creamos y destruimos.
Gracias te doy locura por
existir y estar presente en mi vida, espero con tu ayuda contagiar a las personas
que lean este escrito, este intento de poesía para alguien tan peculiar como lo
eres tú, gracias por permitirme llenarme de ti y al final poder escuchar las
voces al unísono, hay que estar loco para leer o escribir esto a lo que le
denominaron poesía, ese tipo está loco y lo mejor, ese tipo soy yo.
Jorge Víctor Rodríguez
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